El cuidado del alma

Para Sócrates, el cuidado de nuestra posesión más preciada, el alma, era el objetivo fundamental de la vida y la única manera de conseguir la eudaimónia o felicidad. Dedicó su vida a cuidar su propia alma y a servir como ‘comadrona’ de las almas de los demás, enfocándose principalmente en el conocimiento y adquisición de las virtudes. Este énfasis en las virtudes y en el comportamiento ético basado en una conexión interior con una esencia más profunda, era algo que caracterizaba a los otros grandes sabios de la edad axial como Confucio y Buda, y de hecho a todas las tradiciones de la sabiduría axiales.

Hoy podemos encarar este objetivo aprovechando avances dentro de la filosofía, ciencia y psicoterapia moderna. En la filosofía de la metarealidad, por ejemplo -que fue desarrollada al principio del siglo XXI por Roy Bhaskar a través de la deducción filosófica- existe la noción de “estado fundamental” (ground-state), que es nuestra verdadera naturaleza y esencia, un equivalente laico del alma. El ground-state, argumenta Bhaskar, tiene unas cualidades que incluyen la energía, la conciencia, el amor, la creatividad y la acción correcta espontánea. La intencionalidad del ground-state es nuestro dharma, nuestro don o vocación única. Estas cualidades sostienen y apuntalan todas nuestras acciones, aunque éstas acciones se filtran a través de componentes dentro de nuestras personalidades encarnadas que distorsionan su expresión. Nuestra tarea, por lo tanto, es librarnos de esos componentes para que nuestro ground-state, o yo profundo, pueda expresarse de una manera más plena.

En la psicoterapia moderna, podemos hacer uso de una terapia relativamente reciente llamada Sistemas de la familia interna (IFS), desarrollada por Richard Schwartz a través de la observación empírica de la psyche humana en un contexto clínico. De una forma similar al metarealismo, señala a un yo profundo que llama Self, el cual es nuestra verdadera esencia y naturaleza. Como el ground-state, este Self resuena con el Yo Verdadero del que hablan todas las tradiciones de sabiduría axiales; y tiene unas cualidades que incluyen la compasión, el coraje, la curiosidad y la claridad, entre otras. No se ve afectado, argumenta Schwartz (igual que las tradiciones de sabiduría), por traumas, heridas y neurosis que todos nosotros, como seres humanos, sufrimos en mayor o menor medida. Este Self está oculto por múltiples sub-personalidades o partes, cada una con un papel, una naturaleza y unas interelaciones específicas. Algunas partes están sanas, son maduras y moderadas, mientras que otras están menos sanas, menos maduras y a veces son extremas, con heridas profundas, pero todas tienen una intención buena. El objetivo de IFS es crear las condiciones que permiten que el Self de cada persona pueda sanar a las partes heridas y tomar un papel de liderazgo cada vez más pronunciado dentro del sistema interno, con el Self actuando como un director de orquesta bien afinada donde cada parte hace su papel único y contribuye con sus cualidades singulares.

Con Sócrates y las tradiciones de sabiduría axiales como modelo de inspiración, el metarealismo como guía filosófica y la IFS como método terapéutico de sanación profunda, podemos empezar a cuidar de nuestras almas (Self, ground-state, Yo Verdadero) y facilitar su expresión y manifestación a través de nuestro cuerpo-mente (embodied personality) y en el mundo de manera apropiada para el siglo XXI. Y al hacerlo, podemos convertirnos en agentes de transformación social más eficaces, con la vista en la construcción de una sociedad eudaimónica donde cada individuo se encuentra con las condiciones necesarias para facilitar el despliegue y expresión de sus cualidades, dones y dharma únicos.