En general, las personas deseamos sentirnos bien, en paz con nosotros mismos y los que nos rodean y sentir que nuestra vida tiene sentido. A veces, deseamos mejorar y avanzar en nuestro desarrollo interior, ir transformándonos y transitar ese camino que nos lleva de vivir en el ego a vivir en el alma.

Sin embargo, muchas veces, la paz no parece alcanzarnos nunca o se desvanece pronto o, en ese camino de transformación, constantemente nos salen al paso “obstáculos” que interrumpen y dificultan nuestro camino y frustran nuestro bienestar.

Con frecuencia, estos “obstáculos” son asuntos pendientes del pasado. En nuestro día a día (aquí y ahora) nos duele todavía lo que nos ocurriera en el pasado (allí y entonces). Estos asuntos inconclusos los llevamos como cargas emocionales y nuestro cuerpo las registra y las expresa en forma de sensaciones de malestar o de síntomas. Estas emociones de carga negativa (dolor, sufrimiento, tristeza, desesperanza, culpa, rabia, miedo, exigencia …) nos pesan tanto en el corazón como en el cuerpo, nos drenan vitalidad y nos impiden estar plenamente disponibles para el momento presente. En estas situaciones, especialmente si dejamos de ser funcionales en el día a día, o incluso enfermamos, una terapia es de gran ayuda.

En terapia Gestalt, el proceso terapéutico nos permite mirarnos a nosotros mismos y revisar el pasado desde nuestra experiencia presente. La terapia Gestalt nos conduce a un verdadero contacto con nosotros mismos y con nuestro entorno, y es en la experiencia presente donde tenemos la oportunidad de percibir y darnos cuenta de la impronta que el pasado ejerce sobre nosotros y nuestro presente. Este proceso nos revela, también, las muchas maneras en que interrumpimos este contacto para evitar el dolor, el miedo, el conflicto, así como el modo para encarar y dar un buen lugar a lo vivido, a lo que sentimos (aceptar e integrar) y los recursos a nuestro alcance para satisfacer nuestras necesidades (responsabilizarnos, actuar y autoapoyarnos). En la medida en que nos vemos capaces de transitar nuestras crisis, aceptar nuestras emociones y capaces de cuidarnos y satisfacer nuestras necesidades, aumenta nuestra confianza y el aprecio por nosotros mismos (autoestima).

Así pues, la Terapia Gestalt nos ofrece tanto la posibilidad de conocernos mejor a nosotros mismos y mejorar nuestras relaciones con los demás llevando a cabo un proceso de crecimiento personal (enfoque humanista y existencial), como de acompañarnos en situaciones difíciles o de crisis para comprendernos mejor y mitigar nuestro sufrimiento.

Aceptar e integrar la vida que llevamos ya vivida, así como dejarnos ser como somos, cada cual con nuestros alcances y límites, nos permite abrirnos, poco a poco, a más realidad y a estar más presentes y disponibles en el aquí y ahora. Esta actitud nos facilita ir soltando el “modo ego” para ir trasladando nuestro vivir al “modo alma”.

Para más información, podéis mirar www.gestaltbatec.com o www.montserratvoltes.com.

 

Montse Voltes, Vic, 14 de octubre de 2017